El Toro Bravo es criado para su empleo en diferentes espectáculos taurinos como las corridas o los encierros. Procede de las razas autóctonas de la Península Ibérica, que desde mucho tiempo comenzaron con las formas mas primitivas de la Tauromaquia. Se caracteriza por unos instintos bravos, que se sintetizan en la llamada "bravura", así como atributos físicos tales como unos pitones grandes hacia delante y un potente aparato locomotor con mucha agresividad capaz de matar a un torero e incluso a un caballo.
El toro actual puede considerarse el resultado del trabajo de selección desde principios del siglo XVIII mediante la prueba de la tienta, elegiendo para su reproducción ejemplares en los que tuvieran determinadas características, aquellas que permitieran el ejercicio de la lidia; es decir, la sucesión de suertes que se ejecutan en las corridas de toros desde que el toro sale al ruedo hasta que el diestro le ha dado muerte, es arrastrado por las mulillas.
La Casta Andaluza del Toro Bravo debería ocupar el primer lugar en consideración por haber sido la que ha logrado conseguir y mantener el mejor toro de liria.
Después del nacimiento, y antes del destete, el becerro vivirá ocho o nueve meses alimentado y protegido por su madre. Dado que su comportamiento sexual se produce a los 16 meses, poco después del año se separan machos y hembras, a partir de ese momento, vivirán en cercados diferentes. Las diferentes edades se denominan: añojos (un año), erales (dos años), utreros (tres años), cuatreños (cuatro años) y cinqueños (cinco años).